Los minerales son esenciales en
algunos procesos vitales del organismo en: La formación de los huesos, la
síntesis enzimática, la regulación del músculo cardíaco, la regulación de las
funciones digestivas…
Las investigaciones sugieren que la
carencia de algunos minerales y el exceso de otros, pueden causar enfermedades
cardíacas, diabetes, hipertensión y cáncer.
Al igual que para las vitaminas, una
dieta variada y equilibrada es la mejor manera de asegurar una aportación
adecuada de minerales.
Los tres minerales fundamentales para
las funciones de nuestro organismo son: El calcio, el fósforo y el hierro.
Otros minerales necesarios son: Cromo, cobalto, cobre, flúor, yodo,
magnesio, manganeso, molibdeno, potasio, selenio, sodio, azufre y cinc.
Calcio
Es el mineral más abundante del
organismo, mantiene los huesos fuertes y los dientes sanos (junto al fósforo), frena
la excitabilidad nerviosa y muscular, normaliza el sueño y la tensión, es fundamental
para el crecimiento, puede prevenir reacciones alérgicas, es eficaz en el
tratamiento de las depresiones.
Se encuentra en: Lácteos, nueces, almendras,
pescados en conserva, coles, verduras de hoja verde oscura, marisco...
Su consumo a través de los distintos
alimentos en la etapa de crecimiento determina la capacidad de la masa ósea y
ayuda a evitar fracturas o enfermedades como la osteoporosis. El mayor aporte
debe realizarse durante la adolescencia, el embarazo y la lactancia, y a partir
de los 65 años, cuatro etapas importantes de la vida en las que en caso de
intolerancia a la lactosa y alergia a la caseína (proteína de la leche de
vaca), se puede recurrir a otras fuentes de calcio como los pescados enlatados
o los frutos secos, por ejemplo: 100 gramos de sardinas en aceite con espinas
triplica la cantidad de calcio de una taza de leche pasteurizada o frutos
secos, aunque en estos últimos el calcio se asimila peor.
El 99% del calcio existente en el
cuerpo humano se encuentra en los huesos y los dientes, su presencia es
esencial para la formación de la masa ósea, sin él aumenta el riesgo de
fracturas y enfermedades como la osteoporosis, de hecho, si durante el
desarrollo del esqueleto no se ingiere el nivel de calcio necesario, será
difícil obtener un pico de masa ósea suficiente para cumplir sus funciones fisiológicas
y servir de depósitos de este mineral.
El calcio llega a los huesos
principalmente a través de la alimentación y una dieta equilibrada que debe
evitar el consumo de alimentos con altas dosis de sodio, así como los excesos
de proteínas y de fibra que influyen de manera negativa en el mantenimiento de
la salud ósea. Hasta los seis meses, los lactantes deben consumir un mínimo de
400 miligramos de calcio cada día, mientras que de seis a doce meses la dosis
recomendada llega hasta los 600 miligramos, a partir del primer año de vida
(hasta trece años) y durante la adolescencia y juventud, la ingesta de calcio
debe situarse entre los 600 y 1.300 miligramos, y de 1.300 a 1.000
respectivamente, para contribuir al crecimiento y mantenimiento de un hueso sano.
A los 25 años se deja de crecer, es a
partir de los 30 ó 35 cuando la masa ósea empieza a decrecer, por lo que si
tenemos un nivel de calcio adecuado, el pico de masa ósea, es decir, la reserva
de calcio que compense futuras pérdidas, también será adecuado y la salud de
los huesos, mucho mejor, una vez sobrepasado el periodo de crecimiento, es
"prácticamente imposible" reparar el déficit de calcio.
En el caso de las personas mayores,
la dosis mínima recomendada alcanza los 1.200 miligramos por día, aunque para
las mujeres embarazadas o que han llegado a la menopausia, el aporte de calcio
debe ser mayor (1.500 mg/día).
Aunque la leche y los productos
lácteos constituyen las principales fuentes de calcio, existen otros alimentos
con igual o mayor aporte que resultan muy efectivos para obtener las dosis
diarias recomendadas, de lo contrario, el organismo se ve obligado a extraer de
los huesos el 1% de calcio necesario para la transmisión de los impulsos
nerviosos, la contracción muscular, la coagulación de la sangre y el buen
funcionamiento del corazón.
Con una alimentación equilibrada no
hay necesidad de tomar suplementos de calcio, sino que lo importante es
"combinar los alimentos adecuados, ya que ninguno es completo en cuanto a
su aporte de minerales, es importante asegurarse también la ingesta de fósforo
y magnesio para garantizar su correcta absorción, que actúa como una hormona al
facilitar la absorción intestinal de calcio y su fijación en el hueso.
Lácteos: los especialistas aconsejan
consumir de dos a cuatro raciones, según la edad y las necesidades en sus
diversas variedades: leche, yogur, cuajada, queso.
Verduras: la concentración de calcio
en vegetales como el repollo y en legumbres como la soja y las acelgas es más
elevada que la de los propios productos lácteos, resultan muy prácticos para
las personas con intolerancia a la lactosa, aunque el organismo absorbe peor el
calcio de una ración de repollo que el de una cuajada.
Cereales y legumbres: a pesar de que
su contenido en calcio es claramente inferior al de la leche, son un buen
complemento al mineral que ésta contiene, aportando además una importante
cantidad de hierro y fósforo.
Frutos secos: avellanas, almendras,
nueces y cacahuetes son los frutos secos con mayor cantidad de calcio y aquellos
que contribuyen a aumentar su consumo entre la población. Comer algo más de 100
gramos de avellanas equivale en cantidad al calcio de dos yogures, aunque los
nutricionistas matizan esta equivalencia y subrayan que el calcio de los
vegetales se asimila peor que el de la leche o los yogures.
Pescados y carnes: no conforman el
grupo de alimentos con mayor contenido en calcio, pero en casos concretos como
el de las sardinas enlatadas, pueden triplicar la cantidad de este mineral que
se localiza en una taza de leche pasteurizada.
Además de encontrarse en los huesos y
los dientes -donde evita la aparición de caries-, el calcio se localiza también
en la sangre, los músculos y el pelo, a todos ellos llega a través de la
absorción, por parte del sistema digestivo del calcio presente en los alimentos,
cada día se absorbe el 30% del calcio que se ingiere y el resto se elimina a
través de las heces, la orina o el sudor.
Los lácteos contienen importantes
cantidades de vitamina d y lactosa, que contribuyen a mejorar la absorción del
calcio y a crear los depósitos necesarios, cuando el calcio necesario para realizar las
funciones vitales no se asimila con la dieta, el organismo está preparado para
poner en marcha diversos mecanismos hormonale,s que consiguen su obtención de
los propios huesos.
Osteoporosis: En la última década, la
necesidad de calcio en las personas mayores ha aumentado considerablemente,
motivado por el incremento de la esperanza de vida y la consiguiente subida de
los casos de osteoporosis, una enfermedad en la que la cantidad de masa ósea
disminuye a medida que aumenta la edad, los expertos abogan por prevenir la
osteoporosis desde que el niño es pequeño y se están formando los huesos, en
lugar de actuar, en el caso de las mujeres, una vez llegada la menopausia.
La típica dieta española con gran
contenido de sodio y proteínas puede aumentar de una manera significativa la
eliminación urinaria de calcio", a la vez que la cafeína y el alcohol
pueden influir también en la baja absorción del mineral.
Las personas mayores son deficitarias
en calcio porque la absorción del mismo disminuye con la edad, por ello la
recomendación más importante es convencerles de la importancia que tiene el
calcio en su salud, su falta es una causa muy importante que le conduce a la
artrosis, osteoporosis, fracturas y, por lo tanto, le lleva a la dependencia.
Cinc
Está relacionado con la actividad de
los neurotransmisores y el sistema inmunitario, regula el metabolismo, resulta
esencial para: el crecimiento, la cicatrización de heridas, el sistema
reproductor masculino. La fibra, antiácidos, diuréticos y el exceso de cobre
dificultan su absorción.
Se encuentra en: mariscos, carnes
rojas, pescados, pollo, pavo, huevos, levadura de cerveza, semillas de calabaza,
lácteos...
Cobre
Para el buen funcionamiento de: huesos,
vasos sanguíneos, nervios y sistema inmunitario.
Proporciona: brillo a la piel, color
y lustre al cabello, alivia la artritis.
Es casi antagonista del zinc.
Se encuentra en: gambas, almejas, nueces,
avellanas, pasas, guisantes, setas, chocolate...
Flúor
Actúa con el calcio para fortalecer
huesos y dientes.
Se encuentra en: hígado, verduras, té,
nueces, salmón, huevo…
Fósforo
Toma parte en casi todas las
reacciones químicas del organismo, forma parte de huesos y dientes, es
necesario para proporcionar energía, contribuye al crecimiento, mantiene la
salud de encías y dentadura.
Se encuentra en: germen de trigo, frutos
secos, legumbres, queso enmental, leche. Carnes, aves, pescado, guisantes, judías
secas, yema de huevo...
Hierro
Es necesario para: la formación de la
mioglobina, encargada de transportar el
oxígeno al tejido muscular y de la hemoglobina, encargada de transportar el
oxígeno en la sangre. Producir el
pigmento de la sangre, de los músculos y de ciertas encimas, es indispensable
para el cerebro, aumenta la energía, es saludable para cabello, uñas y piel.
La dosis de hierro recomendada para
las mujeres, sobre todo las embarazadas, es mayor que para los hombres.
Se encuentra en: morcillas, ternera, cordero,
alubias, germen de trigo, berros, berberechos, espinacas, judías, mariscos, frutos
secos, verdura de hoja verde oscura…
Magnesio
Regula el sistema nervioso relajando
los músculos y la tensión nerviosa, interviene en procesos de inmunidad y
crecimiento, puede prevenir la arteriosclerosis y enfermedades cardiovasculares,
protege en casos de estrés mejorando el humor y las depresiones, antagónico del calcio. Activa las enzimas
que intervienen en la producción de energía del cuerpo, ayuda al trabajo
muscular.
Se encuentra en: alubias, cacahuetes
tostados, berros, anchoas, plátanos, chocolate, berberechos...
El organismo adulto contiene de 20 a
28 gramos de magnesio de los cuales alrededor del 60% se encuentra en los
huesos, el 26% en los músculos y el restante en los tejidos blandos y en los
líquidos corporales.
Aunque este mineral se absorbe a lo
largo de todo el intestino delgado, la mayor parte de la absorción ocurre en el
yeyuno (porción intermedia del intestino delgado), sin embargo, alrededor de las dos terceras
partes del ingerido se elimina por las heces y por la orina se desecha la
cantidad necesaria para mantener la concentración plasmática normal (1,5 a 2,1
miligramos/100 mililitros).
El magnesio está distribuido en
nuestro organismo tanto fuera como dentro de las células, el magnesio
extracelular interviene en la transmisión neuromuscular, en el buen
funcionamiento del corazón y tiene una función primordial en la relajación
muscular. El magnesio intracelular forma parte de la matriz ósea, e interviene
íntimamente en las acciones de la hormona paratiroidea y de la vitamina d3 en
el hueso.
Constituye un elemento esencial para
numerosas reacciones enzimáticas (es un cofactor para más de 300 enzimas), pues
interviene en el metabolismo de los componentes de los alimentos, en la
transformación de los nutrientes complejos, en sus unidades elementales y en la
síntesis de muchos compuestos bioactivos.
Las sales de magnesio son reconocidas
por su acción laxante: aumentan el contenido de agua del intestino, ablandan
las heces y aumentan el movimiento intestinal, provocando la defecación, lo
negativo es que su uso continuado crea dependencia y el intestino se vuelve
"perezoso" y se acentúa el estreñimiento cuando se interrumpe su
administración.
La recomendación se sitúa en una
ingesta diaria de magnesio, de 350 miligramos para el hombre y de 300
miligramos para la mujer.
La alimentación habitual proporciona
entre 250 y 400 miligramos al día, por tanto, puede no ser preciso tomar
suplementos de magnesio.
El magnesio abunda en carnes,
marisco, productos lácteos, frutos secos y granos de cereales integrales (no en
molidos ni refinados). Forma complejos con la clorofila (pigmento vegetal que
proporciona el color verde a ciertas verduras), por lo que estos alimentos
también son una buena fuente, el agua es otro alimento que puede contener hasta
120 miligramos por litro de este mineral, las dietas ricas en alimentos
refinados suelen tener menor contenido de magnesio que las ricas en vegetales y
granos no refinados.
La deficiencia de magnesio cursa con
una amplia variedad de síntomas: tirones musculares, temblor, entorpecimiento y
hormigueo, con menor frecuencia se observan debilidad muscular, convulsiones,
apatía y taquicardia.
A pesar de que el déficit dietético
es poco frecuente, existen algunos grupos poblacionales de riesgo, entre los
que se encuentran: quienes basan su dieta en alimentos refinados y procesados, personas
hospitalizadas que han recibido nutrición artificial vía intravenosa
prolongada, sobre todo si han sufrido un síndrome diarreico, aquellos que
sufren mala absorción intestinal crónica, los alcohólicos porque en su
organismo la eliminación de magnesio por la orina aumenta y personas que están
en tratamiento crónico con diuréticos.
Manganeso
Importante para la formación de los
huesos y la digestión, previene el envejecimiento al formar parte de ciertas
encimas que nos protegen de los radicales libres, ayuda en la lucha contra las
alergias.
Se encuentra en: cereales, lentejas, garbanzos,
avellanas, almendras, té, huevos...
Potasio
Junto al sodio regula las necesidades
de agua del organismo, normaliza la presión arterial, esencial para el buen
funcionamiento del corazón y cerebro. Se disuelve en el plasma sanguíneo y pasa
a las células ayudando a prevenir ataques cardiacos.
Se encuentra en: aguacates, fresas, nueces,
pollo... verduras, frutas, legumbres,
cereales integrales, patatas, frutas desecadas y frutos secos.
El potasio participa en la transmisión
del impulso nervioso y junto al sodio, regula el nivel de agua dentro y fuera
las células, el contenido de potasio del músculo está relacionado con la masa
muscular y el almacenamiento de glucógeno, por lo que si se está formando
músculo, el correcto aporte de potasio es esencial.
La falta de potasio puede provocar la
aparición de diferentes alteraciones, como debilidad de los músculos,
taquicardia, hipotensión, sed y falta de apetito, sin embargo, la deficiencia
de potasio originada por una ingesta inadecuada (no es frecuente en personas
sanas, gracias a que el potasio se encuentra ampliamente distribuido en los
alimentos) puede originarse por la realización de dietas estrictas y sin
control profesional, y se manifiesta con vómitos, diarreas, sudoración
aumentada, y por pérdidas excesivas asociadas al uso de diuréticos, así como
por quemaduras importantes.
La mayor parte de la excreción de
potasio, así como el control de las cantidades de este mineral en el organismo,
son funciones del riñón, por tanto si la
función renal se encuentra alterada, habrá que analizar los niveles de potasio,
ya que puede darse una acumulación de este mineral.
El exceso de potasio en el organismo
provoca el entumecimiento de brazos y piernas, arritmias, dilatación cardiaca
y, en casos extremos, fallo cardiaco.
El requerimiento diario de potasio
para los adultos y niños a partir de 10 años es de 2000 miligramos al día, para
niños de edades comprendidas entre 1 y 9 años, las necesidades oscilan entre
los 1000 y 1600 miligramos diarios.
Para cubrir los requerimientos de
potasio de una persona adulta, es suficiente incluir en su alimentación diaria
por ejemplo tres piezas de fruta, una ensalada y un plato de verdura con
patata.
Selenio
Indispensable para el sistema inmunológico,
protege frente a sustancias tóxicas y cancerígenas, mantiene el corazón sano, ayuda
a la acción de la vit-e, esencial para el pelo, vista, piel y desarrollo
sexual.
Lo contienen: vísceras, uvas rojas, arroz,
huevo, moluscos, pescado, carnes rojas, pollo, cereales integrales, cebolla y
ajo...
Sodio
Mantiene el equilibrio de agua en el
cuerpo, regula los estímulos nerviosos, produce ácido clorhídrico para ayudar
en las digestiones, mantiene los reflejos, evita insolaciones, su disminución
produce cansancio muscular, calambres y bajada de tensión. Es antagónico del potasio.
Se encuentra en: sal de cocina, embutidos,
alimentos en conserva...
Yodo
Regula la actividad metabólica, produce
hormonas (glándula tiroides) que regulan el desarrollo físico y mental
proporcionando vitalidad.
Su carencia provoca: bocio, debilidad
intelectual, falta de memoria y velocidad de pensamiento, afecta a huesos músculos y funciones neuronales.
Se encuentra en: algas, mejillones, gambas,
pescados, sal yodada...
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